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04 noviembre, 2024

Castillo de Palazuelos (Guadalajara) ⭐⭐⭐☆☆

    Veréis, si fuera tan solo por el castillo en si, no tendría tan buena nota, ya que éste se encuentra en ruinas, no se puede entrar ni hay nadie que te informe, ni nada. El castillo es muy bonito, eso si, pero está prácticamente abandonado y en progresiva ruina. Está todo vallado aunque no se realmente, si es que allí vive alguien. Lo que si suma algo más de puntos es la localidad, que es una pedanía de Sigüenza, y está casi por completa rodeada de murallas medievales y varias puertas muy bonitas. Algún exagerado dice que es la segunda Ávila, pero no creo que sea para tanto. Realmente, estamos ante un conjunto histórico muy bonito. 





     Una cosa que me ha llamado la atención durante mi documentación para escribir estas entradas de castillos, es la importancia del rollo o picota, que es una columna de piedra. Era algo que desconocía y a lo que no le presté la debida atención. Al parecer, las villas independientes que podían tener un juez e impartir justicia por sí mismas, tenía el rollo en su plaza principal. Una de las penas más comunes del medievo, era atar al reo al rollo o picota (de ahí el dicho de "poner a alguien en la picota"), y exponerlo a la vergüenza pública. Permitidme si digo que a más de un politicucho de ahora, lo mandaba yo a la picota. 





    Como decía, Palazuelos es uno de los pocos pueblos que conserva casi íntegra toda su muralla medieval, siendo posible entrar al interior del pueblo tan sólo a través de sus puertas. El castillo es el elemento más fuerte del conjunto, que nos muestra torres cilíndricas en sus esquinas y una gran torre del homenaje adosada al muro oeste. La muralla que rodea la villa, parte y muere aquí, en el castillo. Fue mandado a construir, en el siglo XV, por el primer marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza, y quien llevó a cabo la obra fue el más ilustre de los arquitectos de la época, Juan Guas. Los Mendoza dejaron como marca, sus escudos en todas las entradas a Palazuelos. 





    A lo largo del siglo XV, las rencillas de los nobles castellanos unos con otros, hizo que se edificaran pequeños castillos y se fortificaran pequeñas villas, como ésta, con un triple objetivo; defensivo, residencial y como símbolo de poder. A grandes rasgos podemos aventurarnos a decir que se construían fortalezas sencillas, cuadrangulares, de sillería y sillarejos uniformes, con torres circulares o cuadradas en las esquinas y una torre del homenaje, todo articulado alrededor de un patio de armas, muchos de ellos porticados. En las dependencias palaciegas, chimeneas, yeserías o paredes pintadas. Rodeando éstos edificios una barbacana, fosos, muros en talud, saeteras, todo ello para protegerse lo mejor posible de la nueva artillería. Otra moda fue abandonar los sitios altos y establecerse en llanos, junto a poblaciones. Como veis, el conjunto histórico de Palazuelos cumple con la mayoría de cánones de la época. 





    La muralla está constituida por largos lienzos de sillarejo con cubos y torres integrados cada ciertos metros. El recinto cuenta con cuatro puertas que están formadas por grandes torreones cuadrados, rematados con cubos en las esquinas, por donde se entra a través de grandes espacios con arcos ojivales cuya salida es en recodo por otro arco. El castillo, se rodea de una barbacana baja, con una puerta desde la villa, defendida por un foso, un puente levadizo y dos torres, ahora desmochadas. El recinto interior de la fortaleza tiene un paseo de ronda, y un edificio principal en el centro, de planta cuadrada y cubos en las esquinas. El otro gran elemento es la torre del homenaje, adosada al muro desde donde se accedía a su interior. 





    Alfonso X, le regaló el castillo y la villa a su amante, Mayor Guillén de Guzmán. Luego se hizo con él doña Beatriz de Portugal y su hija, acabó vendiéndosela al infante  don Pedro que después se la vendió al obispo de Sigüenza. Ya en el siglo XIV es cuando la compra la Casa de los Mendoza y en el siglo XV, como hemos comentado, es cuando se construye el castillo y la muralla, iniciada las obras por el primer Marqués de Santillana y acabadas por su hijo. Posteriormente pasará a manos de los hijos del Cardenal Mendoza, hasta que llega a ser propiedad de la Princesa de Éboli, descendiente del cardenal. 





    Durante la Guerra de la Independencia, sufrió graves daños por los enfrentamientos entre las tropas francesas y El Empecinado, Juan Martín Díez. Tras esto el castillo fue abandonado. El castillo, durante el siglo XX, fue durante algún tiempo una fábrica de harina. En la Guerra Civil, fue cuartel de las tropas italianas, siendo abandonado nuevamente y posteriormente convertido en vertedero y cuadras. El Estado lo rehabilita y lo pone en subasta en 1974. Ya en el año 1998 lo compran sus actuales propietarios por lo que tan solo se puede ver por fuera. 


    ¡¡Conoce y vive España!! 



















































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