Castillo de Brihuega (Guadalajara) ⭐⭐⭐☆☆

     También llamado Castillo de la Peña Bermeja que, digamos que es su nombre oficial, pero como está en la localidad de Brihuega, pues eso. El castillo se encuentra en un estado de salud bastante bueno, bien rehabilitado, es visitable pero no recuerdo muy bien porqué no entramos dentro. En su interior el cementerio que lo ocupa casi todo y que si visitamos, lo que no hicimos fue subir arriba, no se si es que no vimos información y creímos que no se podía entrar o quizás es que estaban de obras de mantenimiento como dice mi mujer.  

    El castillo se asienta sobre una roca en el extremo sur de la población. A diferencia de otros castillos, este no está construido sobre la parte más alta, sino en la más baja del pueblo y separado de éste por un foso. Construido sobre una fortificación árabe de los siglos X u XI, con unas impresionantes vistas de la vega del Tajuña. Se le añadieron estancias de estilo románico en el siglo XII y en el XIII se le construyó la capilla gótica, que es la pieza más singular. La parte exterior del castillo presenta unas bellas ventanas, románicas y góticas, que revelan la condición de palacio arzobispal del monumento. El interior lo ocupaba el palacio taifa del rey de Toledo, Almamún y, posteriormente las dependencias arzobispales. El patio de armas, durante mucho tiempo estuvo ocupado por unos bonitos jardines, y que hoy en día acoge el cementerio de la población. 

    Almamún, le regaló este castillo al rey castellano Alfonso VI, que se lo cedió al arzobispo de Toledo. El arzobispado lo mantuvo en su poder hasta el siglo XVI, pasando luego a ser prisión. Durante la Guerra de Sucesión, fue tomado por las tropas de Felipe V y durante la Guerra de la Independencia, los franceses lo ocuparon siendo aquí donde estaban los destacamentos que procuraban impedir las incursiones del Empecinado. Posteriormente fue fortín durante las guerras carlistas. 

    El nombre del castillo le viene dado por la muerte de una bella joven, Elisa, hija de un hidalgo local, que encontró la muerte cuando se bañaba en el Río Tajuña y un guardián del castillo de nombre Abdul, enamorado de la joven, se abalanzó sobre ella preso de locura y, ante el rechazo de la joven, hundió su puñal en su costado. Al comprender lo hecho, Abdul se lanzó al río desesperado encontrando la muerte. La joven fue llevaba al castillo y la piedra que la sostuvo quedó manchada de rojo bermejo, dando así nombre al Castillo de la Piedra Bermeja. 

    Pero, ¿Cómo llegó este castillo a convertirse en el cementerio municipal? Pues por culpa de las tropas francesas, que dejaron el castillo en ruinas, y ante un brote muy mortífero de cólera, en 1834, obligó al municipio a usar éste espacio para tal fin. Se entra por una puerta que existe junto a la Iglesia de Santa María que da directamente al cementerio. Toda la villa estuvo amurallada con un perímetro de casi dos kilómetros con muros que se siguen conservando hoy en día. Esta población es una de las más importantes productoras de lavanda del país, haciendo con ella importantes productos (jabones, licores, aceites esenciales, velas, ambientadores, bolsitas con hojas de lavanda, etc.) que exportan a distintas poblaciones de dentro y de fuera de nuestras fronteras.

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