Un castillo en el cerro de la Picota que hasta hace poco, ni los mirandeses sabían de su existencia. ¡Raro! ¿no? pero ¿Cómo es eso? Pues resulta que en 1903 el consistorio, ante el estado ruinoso del castillo, ordena su demolición y, poco después, en 1913 en el solar del castillo, se construyeron dos depósitos de agua para abastecer a la población, así que los habitantes de la ciudad burgalesa, miraban hacia arriba y solo veían los monstruosos depósitos del agua y, lo que no se ve, pues se olvida y las nuevas generaciones crecieron y vivieron sin saber nada del castillo. Del antiguo monumento, quedan algunos restos como un gran tramo de muralla en el este y, en el norte un contrafuerte, dos torreones y varios tramos de muros, El resto es reconstruido recientemente.
Ya, en 1986, la escuela taller de Miranda de Ebro, hizo alguna actuación sobre los elementos de la cara norte, despejándolo de maleza y poniendo de manifiesto el carácter defensivo del castillo. Desde el recinto, en la cota mas alta de la población a unos 45m de altura sobre el nivel del Río Ebro, se dominan tanto el puente como la ciudad. En el siglo XIV, el Obispado de Calahorra, cede el terreno donde se ubicaba la Iglesia de Santa María al Conde Don Tello, hermanastro de Pedro I el Cruel, para la construcción del castillo. Pero no fue hasta un siglo después, cuando se hizo cargo de la población el Conde de Salinas, que obligó a los mirandeses a desmontar la iglesia para construir el castillo con la idea de controlar el comercio de la sal. Un ejército mandado desde Burgos, impide esa construcción al recuperar la villa.
Unos años después, el hijo del conde de Salinas, se vuelve a hacer con la villa e inicia las obras. Para ello, utiliza las capillas de la iglesia como establos y profana las sepulturas para construir los cimientos del castillo. Para los años 80 del siglo XV, ya estaba el castillo construido y haciéndose con el control del paso sobre el Río Ebro. Hasta el siglo XVIII el castillo será de los Duques de Híjar, emparentados con los Salinas que, por sentencia de la Chancillería de Valladolid, pasa a la Corona. Entra en un período autodestructivo en donde hace de prisión y acuartelamiento y, al no tener ya carácter militar, empiezan los derrumbes, y reparaciones. E incluso se utiliza como corral y granero.
En el siglo XIX, como no, llegan los franceses que se acuartelan en el edificio reconstruyendo algunas partes y dinamitándolo al abandonarlo en retirada. Durante las guerras Carlistas, fue reconstruido al ser Cuartel General del Ejército Isabelino, tras esto, fue abandonado y se aceleró su deterioro. En 1897 en pública subasta, se hace con la propiedad el consistorio y pasamos a la historia que te he contado arriba. En 2004 se culmina la restauración y consolidación del castillo a través de los fondos FEDER iniciándose la limpieza del recinto, instalación eléctrica nocturna del monumento, y adecuación del castillo y el museo botánico para ofrecérselo a la ciudadanía para visitas.
En el castillo mirandés, el Rey José Bonaparte, Pepe Botella para los amigos, firmó el decreto de utilización de la moneda francesa en España el 5 de septiembre de 1808. Los estudios arqueológicos iniciados durante la última rehabilitación han puesto de manifiesto la existencia en La Picota de un asentamiento del siglo VIII, posible inicio de la población. También se hallaron restos románicos y tumbas medievales, seguramente relacionadas con la primitiva iglesia y que ahora podemos ver señalizadas. Aparte, se han encontrado restos de una fortaleza anterior del siglo XIV de traza con influencias italianas. Se han instalado un par de ascensores que unen el jardín botánico con el recinto del castillo para facilitar la visita a personas con distintas capacidades de movilidad.
¡¡Conoce y vive España!!
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