Es uno de los castillos mas bonitos que hemos visto. Se encuentra muy bien conservado, aunque no lo pudimos ver por dentro (hay que hacer reserva al menos con 24h de antelación).
Fue construido con ladrillo rojo, no sólo como elemento de construcción, sino también como elemento decorativo. Su situación tampoco es en un promontorio o cerro en altura, sino que se asienta sobre un meandro del Río Voltoya. Tiene un gran foso a su alrededor de 560 m de longitud, que constituye el mejor foso de Castilla, que se salva con un único puente que es fijo.
La fortaleza es de planta cuadrada con una torre en cada esquina, la mas alta, como no podía ser de otra manera, es la del homenaje en cuyo interior se encuentra una escalera de caracol de ladrillo que da paso a distintas estancias en sus plantas. La sala de armas, posee una cubierta de nervaduras góticas con figuras geométricas de distintos y diversos colores.
Cuenta también con una mazmorra con tan solo un agujero en el techo para evitar cualquier intento de fuga.
En 1453 Alonso de Fonseca, poseedor de la villa, obtuvo del Rey Juan II de Castilla el permiso para su construcción.
En 1521 fue atacado por los comuneros en represalia por el incendio de Medina del Campo, llevada a cabo por el señor del castillo Antonio de Fonseca, hermano de Alonso y heredero de éste.
En los siglos XVI y XVII fue objeto de numerosas reformas pero en 1730 su archivo fue trasladado a Madrid y el castillo quedó abandonado y a merced de la rapiña.
En 1954 fue cedido al Ministerio de Agricultura por 100 años e iniciaron una gran restauración para albergar en una parte del castillo, la Escuela de Capacitación Forestal, de gran prestigio en todo el país saliendo de sus aulas numerosas promociones de Capataces Forestales.
En sus muros tuvo lugar una romántica historia de amor cuando el Marqués de Cenete, hijo del Cardenal Mendoza, pretendiendo a una dama de los Fonseca, terminó escaldado por las brasas lanzadas desde las almenas del castillo.
Es un castillo que enamora a primera vista, pues sus rasgos geométricos hechos con ladrillo con una gran imaginación consiguen ese efecto de sorpresa y gran gusto en su ejecución. Y, aunque nosotros no pudimos verlo por dentro, sabemos que su interior es incluso mas espectacular que su exterior, con salas adornadas con estuco haciendo numerosas formas geométricas de variados colores.
En definitiva, merece la pena hacer una visita, o bien expresamente o, bien aprovechando algún viaje que nos lleve cerca de la zona y aunque haya de hacer algún desvío, seguro que no te arrepentirás de hacerlo para ver este Monumento Histórico Artístico del mejor Gótico Mudéjar de la península.
¡Conoce y vive España!
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