Imponente castillo al que tuvimos la suerte de llegar y encontrarlo abierto por lo que pasamos a su interior para verlo y disfrutarlo. Dentro nos encontramos con un museo sobre la vida de San Francisco Javier, que nació en este recinto, es el Patrón de Navarra y uno de los misioneros de referencia mundial. Anexo al castillo se encuentra la Basílica. Maravilloso castillo, del siglo XI, aunque ya en el siglo X había una torre de señales. Su ubicación, entre los reinos de Navarra y Aragón hicieron de éste una fortificación muy importante estratégicamente hablando. En torno a la torre, se fueron vertebrando poco a poco nuevas edificaciones hasta completar el conjunto.
El castillo consta de tres cuerpos escalonados según su antigüedad. A lo largo de la visita, podemos ver maquetas con cada una de éstas etapas. La Torre del Santo Cristo, bastión y capilla, nos muestra la imagen gótica del Cristo crucificado que dicen que manó sangre cuando agonizaba San Francisco Javier en China. Durante el siglo XI se acometen las obras de envolvimiento de la primitiva torre con las primeras habitaciones. En el siglo XIII se agregó la tercera fase envolviendo lo anterior y aderezándola con dos torres.
La reconstrucción nos muestra su fisonomía original y podremos disfrutar de uno de los pocos castillos que conservan su puente levadizo, sus troneras y saeteras. Las antiguas caballerizas, en tres plantas acogen el museo de Javier mostrándonos cuadros, objetos de arte, importantes documentos y una cuidada maqueta a escala con la que tomas conciencia de la magnitud del monumento. Las diferentes salas, nos muestran como pudo ser la vida entre sus muros y conocer los aposentos de San Francisco Javier que ocupó antes de partir en 1525 a la universidad de París, desde donde comenzó su labor evangelizadora en África y Asia.
Los navarros en los meses de marzo, efectúan las Javierdadas que son, unas populares peregrinaciones hasta el castillo que vio nacer al santo. La primitiva torre del recinto, quedó como la Torre del Homenaje, llamada de San Miguel, que es de las más altas y esbeltas que hemos visto. En 1516 el Cardenal Cisneros, ante el hecho de que los señores del castillo y, en su afán de deshacerse de todos los elementos fortificados en manos de nobles del reino, ordenó arrasar los muros exteriores, desmochar las torres y tapar los fosos con esas piedras, e inutilizar los puentes, matacanes y saeteras y, lo que fue peor, rebajar la altura de la Torre del Homenaje a la mitad.
A finales del siglo XIX y durante la primera mitad del sigo XX, se realizaron obras de restauración que le devolvieron al castillo su aspecto original y se construyó la basílica. Obras comenzadas por el conde de Guaqui que falleció al poco de empezarlas y sin descendencia por lo que, se hicieron cargo de la continuación de las mismas sus hermanos, cediendo el usufructo a la duquesa de Villahermosa, viuda del conde. A principios del siglo XX, la duquesa donó el castillo y la basílica a la Compañía de Jesús con la condición de que fuera conservado tal como se le entregó. En la basílica reposan los restos de la duquesa, del conde y de todos los que hicieron posible la reconstrucción del monumento.
Como curiosidad, el castillo y la población navarra fueron ganados por el rey Sancho VII de Navarra en 1223, al cobrarlo como garantía a un noble aragonés por un préstamo otorgado por el rey ante el impago del mismo. El rey navarro ganó innumerables villas y castillos entregados como aval ante prestamos que hacía, se conoce que ganaba más como prestamista que como rey.
¡¡Conoce y vive España!!
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