El Castillo de Agoncillo no es demasiado grande pero se encuentra muy bien rehabilitado. Es muy bonito y tiene muchos elementos defensivos en sus lienzos y torres. Ahora mismo acoge el consistorio de la localidad riojana. Aparte del castillo nos llamó poderosamente la atención la torre de la Iglesia Nuestra Señora de la Blanca porque se encuentra inclinada y separada del cuerpo de la iglesia. Parece que se vaya a caer de un momento a otro. En cuanto al castillo, como llegamos por la tarde, no pudimos verlo por dentro.
Realmente se trata de un palacio fortificado mas que de un castillo. Construido en piedra de sillería sobre los siglo XIII y XIV con planta rectangular y torres cuadrangulares en cada una de sus esquinas, unidas por lienzos. Sobre la puerta, el escudo de la Casa de los Medrano con la Cruz de Calatrava. Los estudios arqueológicos dictan que tal vez aquí hubiera en tiempos romanos una fortificación como una atalaya para vigilar la vega del Ebro. El Rey Navarro Carlos II, tomó la fortificación y lo vendió en 1368. Años después, en 1392, pasó a manos de la familia Medrano formando parte de su mayorazgo en 1407. Posteriormente, hasta el siglo XVI pasará a la Familia Porras y en el XVII a los Siruela, pasando a finales de siglo a la Familia Frías Salazar que lo mantendrá hasta principios de XIX.
Durante las Guerras Carlistas fue utilizado como cuartel y a finales del XIX fue vendido como vivienda de varias familias hasta 1950. Posteriormente fue maltratado cuando lo convirtieron en almacén y cuadras. A partir de 1989 empieza un largo proceso para convertirlo en sede del ayuntamiento y salvarlo de la ruina. Un plan en 1979 empieza la liberación del contorno del castillo que se encontraba tapado por viviendas adosadas a su muros haciéndose con la propiedad de las mismas para proceder a su demolición. La importancia de la restauración ha hecho que quizás sea la construcción militar medieval más importante de la comunidad riojana. En escritos medievales, se habla de la conquista de un castillo musulmán por parte de Sancho Garcés, rey de Pamplona a principios del siglo X. Escritos posteriores hablan de una fortaleza llamada Aguas Mansas o Aguas Muertas de gran calidad en sus defensas.
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